Ernesto Cardenal, poeta inmenso, amigo impagable.

Este sábado, Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925; Managua 1 de Marzo de 2020); un poeta inmenso, un amigo impagable, un hombre que buscaba la verdad a través de la justicia y el amor, sin ser consciente del todo, o sí, de que la verdad puede hacernos libres o destruirnos; que luchó toda su vida por aquello en lo que creía.

Ernesto Cardenal (www.elpais.com)

Porque Ernesto murió, hace unos días, en su amada Nicaragua, y quiero recordar hoy, aquí, las palabras que le dediqué en su presentación en Huelva, en la Librería Saltés de la capital, haciendo una excepción, porque la ocasión lo merece.

“Estoy convencido  que no somos del todo conscientes de la importancia de este acto sencillo que hoy estamos construyendo, en el mismo escenario donde nos reuníamos en la época de la dictadura para luchar por la democracia sólo con el fusil de la poesía, disparando las balas de algún endecasílabo algo descarriado; y no somos conscientes porque la magnitud humana, política y literaria de este hombre natural  que calza sandalias de fraile trapense, viste de blanco, cubre su cabeza con una boina negra y mira con curiosidad de niño sorprendido, es de una grandeza extraordinaria en la historia reciente de este convulso mundo nuestro.

Se ha afirmado que Cardenal ha mantenido una vida de renuncia; renuncia al amor, renuncia a la riqueza, renuncia a la iglesia, renuncia a la revolución; pero yo no estoy de acuerdo; Ernesto ha mantenido, creo, una vida de elección, eligió luchar por unos ideales y ser fiel a unas ideas que no sé por qué se le llaman revolucionarias cuando es lo más natural del mundo, eligió el amor a su manera, un amor transcendente que lo liberaba de otros amores más contingentes que él no deseaba; eligió la solidaridad con sus hermanos los hombres, eligió la belleza de la poesía, eligió la revolución permanente de la ética del hombre que se le aparece como una ética de salvación. ¿Dónde está la renuncia?

Ernesto Cardenal en Solentiname (Nicaragua)

Yo me enfrenté con la obra de Ernesto Cardenal  en aquellos manuales de Historia de la Literatura Hispanoamericana y desde entonces a los compañeros  y a mí nos llamó la atención aquel poeta comprometido en un sentido distinto al compromiso de nuestra literatura que luchaba contra una situación política inaceptable. En Cardenal había un compromiso diferente y más amplio, un compromiso con el hombre contra los abusos del capitalismo, un compromiso político y ético del hombre como tal que iba más allá de los estrechos límites del territorio o país, con ribetes de un misticismo arraigado en el hombre concreto; a partir de ahí he seguido su trayectoria literaria y política y ha sido siempre un hermoso referente que justifica al hombre y a su posición en el mundo.

Ernesto Cardenal recibiendo el XXI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

Ahora que he tenido el privilegio de conocerlo personalmente, me sigue maravillando su coherencia y su fe en los mismos principios que ha ido madurando con los años. Su sencillez, su enorme curiosidad por todo, sus ojos de niño travieso que todo lo escudriña, su paciencia en aguantar y escuchar la vanidad de los demás… me siguen produciendo la misma profunda admiración de siempre y me sigue provocando las mismas reflexiones que cuando leí su obra la primera vez por obligación académica, como es la búsqueda infructuosa del ser y la ausencia de un método seguro, riguroso para su logro, que ha propiciado su abandono. La visión del  hombre que continúa amando, tiene sueños imposibles, se sumerge, inexplicablemente, en  la locura, abraza una fe religiosa con pasión, y con temor y desconcertado  huye de la muerte.

Espíritus soberbios como Ernesto Cardenal dan su pincelada de color y dejan su visión de consciencia entre la razón  y el sentimiento; por ello no es de extrañar el reinado, reciente, del llamado pensamiento débil en la concepción postmoderna que niega validez a las ideologías, destierra la verdad y el progreso, que  tan sólidamente convivieron en el reino de las Luces.

En su obra se respira la situación crítica en la que vive el hombre de fin de siglo señalando los nuevos muros, aún en pie; muros como el de la confrontación ideológica y el de la insolidaridad.

Ernesto Cardenal amonestado por el papa Wojtila (Juan Pablo II) por su activismo político.

¿Cómo acabar con la pobreza? ¿Cómo acabar con la intolerancia y el abuso de poder? La búsqueda de la verdad a caballo de la libertad y la acción se abre a la posibilidad no de un ser en el mundo sino de un ser en la vida que se contradice afirmándose y negándose continuamente.

El ejemplo de este enorme poeta y hombre de acción debería ser un referente para nosotros, un referente ético y estético, un referente revolucionario para la conquista del verdadero hombre en una humanidad distinta.

Y termino con unos versos del propio Cardenal:

Yo he repartido papeletas clandestinas,
gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD! en plena calle,
desafiando a los guardias armados.
Yo participé en la rebelión de abril:
pero palidezco cuando paso por tu casa
y tu sola mirada me hace temblar “

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(Fragmento de Cántico Cósmico)
……….

Seres esencialmente cósmicos:
No podemos excluir a la tierra de la eternidad.
Esas luces allá arriba, la Jerusalén Celestial.
Si en matemáticas son infinitos los números,
los pares y los impares
¿por qué no una belleza infinita y un amor infinito?
Es una constante en la naturaleza
la belleza.
De ahí la poesía: el canto y el encanto por todo cuanto existe.
La tierra podría haber sido igual
de funcional, de práctica,
sin la belleza. ¿Por qué pues?
Todo ser es suntuario. ¿Necesario acaso que dieras
tan lujosísimas joyas
a tan efímeros peces
saltando este atardecer en el plan del bote?
Ámame, y si soy nada,
seré una nada con tu belleza en ella refractada.
Al fin y al cabo de la nada nació todo, nada vacía llena toda ella
de urgencia de ser.
Amor ciertamente fuera de este mundo sublunar.
Con esta vocación de algunos de un amor sin cromosomas…
Tu belleza te permite ser tirano.
Mirando en la noche esos mundos lejanos,
lejanos también en el pasado.
Estrellas del pasado. (Y el tiempo
es distinto para cada una de ellas.)
Alfa de Orión 5.000 veces más brillante que el sol.

De Cántico cósmico
Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal escultor, posando para el fotógrafo Daniel Mordzinski. Foto publicada en El País.

[Procedencia de las imágenes no referenciadas: https://niu.com.ni, citando otras fuentes]

[José Baena Rojas]

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